Es dificil confiar en la policía nacional porque tiene la costumbre de engendrar manzanas podridas y luego olvidarlas. Refrezquemos la memoria. Comencemos con la comunidad del anillo, una supuesta red de prostitución entre policías y altos funcionarios. El tema es tan delicado que Vicky Dávila y su equipo fueron chuzados y amenazados por investigarlo y el general Rodolfo Palomino tuvo que salir de su cargo. Palomino ya no es nuestro amigo en el camino. Pero hay otro asunto que no se ha resuelto: el cartel para reintegrar policías; siempre que hay un escándalo la policía hecha los implicados y así da por solucionado el asunto. Pero resulta que durante diez años un equipo de abogados, periodistas y ex-policías se dedicó a reintegrar mañosamente a uniformados que habían salido por pertenecer a bandas criminales, secuestrar y extorsionar, y además de reintegrarlos los policías eran indemnizados con un promedio de quinientos millones de pesos. Ya van más de novecientas joyitas reintegradas con estos métodos. Frustrante
Y hablemos de Diego Felipe Becerra a quien mataron en 2011 mientras hacía un grafiti en Bogotá. En un principio la policia dijo que Becerra estaba robando un bus y por eso le dispararon agentes de la institución, pero esto resultó ser falso, y por este encubrimiento fueron condenados dos patrulleros, y la fiscalia investiga a dos Coroneles. Y en medio del escándalo por esta muerte, el congreso tomó la sabia decisión de ascender al General Francisco Patiño, quien era el comandante de la policia de Bogotá cuando murió Becerra (suspira).
Pero miren, los problemas de la policia no son nuevos, en los 70 a unos ex-policias se les ocurrió la brillante idea de fundar el Cartel del Noerte del Valle, estamos hablando de alias tan variopintos como: El hombre del overol, Don Efra, Jabón y El Químico. ¿Y qué hicieron estas finuras? Pues además de traquetear, armaron una guerra de carteles que ha dejado por lo menos 1200 muertos. Otra belleza, el Coronel Danilo González, quien mientras era oficial activo también hacía "freelance" para el cartel de Norte del Valle, entre otras cosas González fue señalado como autor intelectual del homicidio de Álvaro Gómez Hurtado.
Es difícil confiar en la policía nacional, porque tiene la costumbre de engendrar manzanas podridas y luego olvidarlas. Refrezquemos la memoria. Comencemos con la comunidad del anillo; una supuesta red de prostitución entre policías y altos funcionarios. El tema es tan delicado, que Vicky Dávila y su equipo fueron chuzados y amenazados por investigarlo, y el general Rodolfo Palomino tuvo que salir de su cargo. Palomino ya no es nuestro amigo en el camino. Pero hay otro asunto que no se ha resuelto: el cartel para reintegrar policías. Siempre que hay un escándalo, la policía echa los implicados y así da por solucionado el asunto. Pero resulta que durante diez años, un equipo de abogados, periodistas y expolicías, se dedicó a reintegrar mañosamente a uniformados que habían salido por pertenecer a bandas criminales, secuestrar y extorsionar; y además de reintegrarlos, los policías eran indemnizados con un promedio de quinientos millones de pesos. Ya van más de novecientas joyitas reintegradas con estos métodos. Frustrante. Y hablemos de Diego Felipe Becerra, a quien mataron en 2011 mientras hacía un grafiti en Bogotá. En un principio la policia dijo que Becerra estaba robando un bus y por eso le dispararon agentes de la institución, pero esto resultó ser falso, y por este encubrimiento fueron condenados dos patrulleros y la fiscalia investiga a dos Coroneles; y en medio del escándalo por esta muerte, el congreso tomó la sabia decisión de ascender al General Francisco Patiño, quien era el comandante de la policia de Bogotá cuando murió Becerra.
Pero miren, los problemas de la policia no son nuevos, en los 70, a unos expolicias se les ocurrió la brillante idea de fundar el Cartel del Norte del Valle; estamos hablando de alias tan variopintos como El hombre del overol, Don Efra, Jabón y El Químico. ¿Y qué hicieron estas finuras? Pues además de traquetear, armaron una guerra de carteles que ha dejado por lo menos 1200 muertos. Otra belleza, el Coronel Danilo González, quien mientras era oficial activo también hacía freelance para el cartel del Norte del Valle, entre otras cosas González fue señalado como autor intelectual del homicidio de Álvaro Gómez Hurtado; y ¿Saben cuánto duró en la policía? 23 años, en los que nadie hizo nada; lo terminó matando un sicario que, curiosamente, era expolicía. Y no crean, ese concubinato entre policías y narcos sigue vigente. Hace apenas dos años, al Coronel Néstor Maestre Ponce, lo capturaron por prestarle seguridad a un cargamento de siete toneladitas de coca que iba para Alemania y Holanda, pura visión emprendedora. Pero además de empresarios, tenemos gente que se interesa por los demás; tanto así, que se han puesto a escuchar conversaciones ajenas sin permiso; y ¿Saben quién asumió algunas de las funciones del DAS? La policía, que ya por 2007 había sido pillada interceptando a casi cuarenta personas de manera ilegal. Y esperen que les tenemos la joya de la corona, Mauricio Santoyo, el primer general de la república condenado en Estados Unidos por sus nexos con paramilitares; cuando era comandante del Gaula, le comprobaron miles de chuzadas a defensores de derechos humanos; y pese a esto, fue nombrado jefe de seguridad de la Casa de Nariño, durante el gobierno de Uribe; y luego lo ascendieron a general, ya saben, por su intachable servicio a la patria. Se supone que los policías no deben traquetear, sobornar, encubrir y chuzar, pero lo hacen; por eso es tan berraco confiar en ellos.
Miren policías, sabemos que allá hay gente que hace bien su trabajo, su labor es de valientes y es fundamental para una democracia; lo único que les pedimos es que no nos sigan dando razones para desconfiar, y que no nos chucen. ¡Ah! Y se nos olvidó mencionar el caso de un policía de tránsito que dijo que en las carreteras está la money pulpita, claramente inspirado en el legendario jefe Gorgory.
El hombre que busco en realidad, guiño, es Don Soborno, guiño, guiño.
