¡Hola Caillou! Parece que sólo estaremos nosotros dos para el cuento.
¡Sorpresa! ¡Oh¡, bien no voy a a estar sola después de todo. El cuento de hoy se llama:" Caillou se pone enfermo".
Caillou no se encontraba bien esa mañana, su frente ardía.
Creo que tienes un poco de fiebre, te traeré algo que te aliviará. Mientras tanto duerme.
Al poco rato, Caillou pensó que no era divertido estar en la cama.
¡Ah! ¡Caillou vuelve a la cama!
¡No quiero estar en la cama mami!
¡Toma!, esto te hará sentir mejor.
Al día siguiente, algo extraño había sucedido.
¡Mamá!
¡Hola! ¿Te sientes mejor?
- ¡Mira!
- Eso parece la varicela.
- ¿La varicela?
- Me temo que tendrás que volver a la cama, jovencito. Y sobre todo, no debes rascarte.
- ¿Por qué?
- Porque esos granos se harían más grandes, cariño.
- ¿Eh?
- No te rasques, Caillou, el baño está listo.
- No estarás enfermo mucho tiempo, ya verás.
Lo más difícil para Caillou era recordar que no debía rascarse los granos.
-¡Ejem!¡Ejem!
-¡Ejem!¡Ejem!¿Estás rascándote otra vez?
- Sólo un poquito.¿Qué es eso?
- Una cosita. ¡Déjame tu dinosaurio un momento!
-¡Se parece a mí! ¡Yo también quiero hacerlo!
Cuando Caillou y su mamá terminaron de cubrir al dinosaurio con puntitos, parecía que éste tuviera la varicela.
A Caillou no le gustaba estar todo el día en casa. Quería salir al jardín a jugar con Rosie.
-¡Mira mamá! ¡Muchos de los granitos se han ido!¿Puedo salir a jugar?
- Todavía no, cielo.¿Estás listo para el baño?
-¡Vale! ¿Puede bañarse conmigo el dinosaurio?
- Puede mirarte, pero no meterse en el agua contigo.
Caillou creía que los granos no se irían nunca, pero una mañana ¡casi habían desaparecido!
- ¡Augh! ¡Augh!
-¡Hola Caillou!¡Eh! ¡El dinosaurio ha perdido muchos granos!
- ¡Igual que yo!
- ¿De veras? ¡Déjame ver!
- ¿Adiós!
Caillou fue a decirle a Rosie que ya podían jugar en el jardín.
-¡Hola, Rosie! ¡Mira!¡Ya no tengo granos!... ¡Oh! ¡Mamáaa!
-¿Qué ocurre?
-¡Rosie tiene la varicela!
-¡Tienes razón!
-Tendrás que bañarte muchas veces y se te irán todos los granos... ¡como el dinosaurio!