Spanish Script Request

- Quiero verte.
- Con convicción.
- Quiero verte.
- Yo también quiero verte, y no quiero dejar de verte nunca.
- No, Santiago, es que... es que no quiero llenarme de culpas.
- No lo hagas.
- Es que me hace hacer cosas que no tendría que hacer, y... me hace sentir muy mal.
- Ah!, no no, eso no es sentirte mal jamás. Es sentirte bien. Y yo no quiero que te sientas mal porque, si te sientes bien, pues nos podemos disfrutar más, ¿no?
- No, es que yo no puedo disfrutarte así nada más, porque... menos con tu boda, con tu hijo creciendo en la panza de Marisa. Es imposible.
- ¿Por qué no me tuteas siempre? ¿mejor? Es mucho mejor que me tutees, la verdad, ¿no?
- Es que esto de que te tutees, no te tutee... quiero decir que, quiero decir que estoy hecha bolas, que estoy muy mal, que que... No me quiero sentir mal viendo los ojos a Marisa. Y además...
- Además ¿qué?
- Además están todos. Está mi familia, está tu familia
- ¿Patricio?
- También Patricio.
- Dime una cosa, Candi, ¿él te hace feliz?
- Sí.
- ¿Leíste la... leíste la Divina Comedia?
- ¿(Que) decirte ahora que estudié literatura? Obvio.
- Entonces sabes, obviamente, la descripción del infierno según Dante, ¿no?
- Aha
- Y ¿cómo no? Bueno. El caso es que es, este, estar cerca de la mujer amada sin poder tocarla. O sea, proximidad sin intimidad.
- Eso no lo dijo Dante.
- Márquez.
- ¿Gabriel García Márquez?
- No, Rafa Márquez, el del Barça, no.
- Ah!, ya...
- Bueno, no sé, bueno, alguien lo dijo. No sé quién lo dijo. Pero quien dijo es que es horrible, es que estar cerca de ti, Candi, y no poderte tocar es, es un infierno. No, es el peor de los infiernos.
- Pues va a tener que acostumbrarse, doctor. ¿Se acuerda del día en que nos conocimos?
- Sí, me acuerdo perfecto. Bajo de la clínica, y la calle, y el perro...
- Le pedí que no me tocara.
- Bueno, no. Me dijiste que la mercancía se ve, pero no se toca.
Pues hoy, más que nunca, la mercancía no se toca. Olvídese de mí, doctor.
- Plástico. Doctor plástico me dices, No (...) decirme doctor plástico, y no, no me voy a olvidar de ti, Candi.
- Piense en su hijo, doctor.
- Plástico. Doctor plástico.
- Adiós, doctor plástico.

- ¡Qué sexi! ¡Lástima que no había de mi talla!
- ¿Cuál sexi? Está transparente
- Que se lo pruebe, que se lo pruebe y que lo modele.
- Un segundo, (...)
- ¿Qué quiere?
- Un segundito, un segundito.
- No tarde.
- Un segundo, hombre.
- Que sólo un momento subí para decirte, si te hace sentir bien, que... que sin ti soy totalmente miserable. Acabo de estar con Marisa y pues fue una emoción ¿no? tocarle la pancita y que patee el niño, porque eso le emociona a cualquier papá. Pero sabes, pero es que una persona no debe dedicarse a eso si no está enamorado, y sin ti yo soy miserable, Candi.
- Contéstale, pues.
- No, no, tiene razón, no tiene por qué contestarme.
- Venga.
- Danos chance, ¿no?
- Ay...
- Conste que yo no quiero que se vaya, ¿eh? Es ella.
- Pues no me siento nada bien con lo que me dices, pero no puedo hacer nada, doctor, así que, mejor váyase, ¿sí? por favor.
- Estoy muy celoso. Y cuando uno está celoso hace tonterías, ¡hombre!
- Pues usted besó a su novia y me pareció que sí quería besarla.
- Ah, ya. Deje de jugar, Candi. Míreme a los ojos. Soy un tonto, Candi. Soy un tonto, y los tontos hacen tonterías. Yo jamás te mentiría. Es que... Además yo me siento pésimo, porque es que siento que ya te estoy perdiendo.
- Pero si usted nunca me ha tenido.
- No te hagas la fuerte conmigo. Si noto que te miento es porque cada vez que te veo los ojos veo que me quieres.
- ¿Yo? Yo no lo quiero.
- ¿Ah, no? Y si no me quieres, entonces ¿por qué no te has decidido a estar con Patricio? Por qué no estás con él así de... de lleno?
- Ya no quiero jugar a esto.
- No, no es juego. Mira, mira, mira, ¿qué ves ahí?
- ¿Sigue la flecha? ¿cómo?, ¿qué?
- Sigue la flecha de mi corazón, Candi. Es que yo tampoco te quiero perder.

- Esta es la dirección que debe seguir tu camino.
- ¿La puerta? Tú beso me decía otra cosa.
- Es que fue de despedida.
- Ah, ¿bien?
- Bueno, el último beso de despedida. ¿Sabe qué, doctor plástico? usted es muy romántico. La flecha, el corazón... es muy romántico.
- Entonces ¿qué, qué qué te pasa?
- Pues, ¿qué va a pasar? Yo no voy a hacer nada para impedirlo.
- A mí no me importa. Yo te amo, Candi.
- Por favor, no diga eso.
- No, sí lo digo, y lo puedo decir mil veces. Mira: te amo, te amo, te amo, te amo... Y sé que tú me amas a mí.
- Esto es muy complicado. Las cosas son muy complicadas.
- No, no son complicadas. Las hacemos complicadas. Más bien tú las haces muy complicadas, porque yo hablo a Marisa en este momento, y cancelo lo de tu disparate de la boda (...) No, no, Candi, Candi
- Yo, yo no sé cómo pasan las despedidas de soltero a otros hombres, pero yo, yo sí sé cómo quiero pasar la última noche.
- ¿Cómo?
- Contigo.
- Mejor se divierte con su maracuyá, que ya está listo para (el examen?).
- No, no, Candi, Candi, espérame.
- Te vas a casar, y eso es definitivo, y yo ya no quiero volver a sufrir.
- Te amo.
- Santiago, no digas eso.
- Te amo, te amo, te amo... y te voy a decir los "te amos" que sean necesarios porque los tengo aquí metidos en mí, Candi, y no se lo puedo decir a nadie más que a ti. Tengo ganas de explotar con "te amos".
- Pero lo nuestro no puede ser. Ya te dije que no me imagino a Marisa angustiada, llorando, criando a su hijo sola, todo por mi culpa. ¿Qué parte de esto no entiendes?
- Yo entiendo perfecto. La que no entiende eres tú, Candi. Esto va mucho más allá de hacer el amor. Ya nos queda claro eso a los dos, ¿no? Yo quiero estar contigo, Candi. Me quiero despertar contigo todas las mañanas. Quiero desayunar contigo, quiero abrazarte todos los días. Y claro, que de vez en cuando en el paquete pues hacer el amor, ¿no? pero yo te amo a ti.
- No podemos.
- Sí podemos, Candi. Ya, ya perdimos el amor una vez los dos, y no vamos a permitir perderlo otra vez cuando está tan cerca de nuestras narices. No, no me pidas que me resigne a una vida sin ti, porque...
- No podemos.
- Candi