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La vida sin espuma de afeitar
Preciosa y Andrés fueron a la ciudad a pie a una estación de servicio. Vieron a un hombre que llenaba el tanque con gasolina y le preguntaron: ¨ ¿Sabe Ud. si hay una farmacia cerca de aquí?¨
El hombre llevaba pantalones cortos y tenía una raqueta de tenis no les respondió. No tenía tiempo.
Preciosa tenía varias cartas y tarjetas postales y quería echarlas en el buzón cuando estaba en el centro. Puso sellos en las cartas y las tarjetas, pero Andrés le dijo que podían entrar en el correo y preguntarle a alguien dónde podían encontrar una farmacia. Por eso, Preciosa y Andrés fueron a pie al correo y Preciosa envió sus cartas y tarjetas. Le preguntaron a un hombre dónde podían encontrar una farmacia y él les dijo: ¨No sé.¨
Se quedaron en el centro y fueron a la biblioteca. No sacaron libros. Miraron un mapa. No podían sacar el mapa de la biblioteca porque no tenían tarjeta para sacar libros de la biblioteca. Después de estudiar el mapa, encontraron una farmacia en el mapa. Devolvieron el mapa a la biblioteca y salieron de la biblioteca hasta la farmacia.
Llegaron a la farmacia a las diez menos cinco, y esperaron unos momentos delante de la farmacia porque no se abría hasta las diez. Cuando se abrió, entraron y buscaron la espuma de afeitar. La farmacia era más grande que un supermercado. Tenía pasta dental, champú, cepillos, y jabón. También tenía palos de golf, pelotas y patines, pero los dos chicos no pudieron encontrar la espuma de afeitar. Pidieron ayuda del dependiente pero él no les escuchaba. Decidieron ir al supermercado para buscarla. Pero cuando salían de la farmacia, la puerta cerró tan rápidamente que le golpeó a Andrés en el pie. Andrés tuvo que ir al consultorio del médico.
Después de visitar al consultorio del médico, ellos decidieron salir del centro. Antes de ir a los suburbios, fueron al banco para cobrar un cheque. Pasaron por la plaza y tomaron la carretera hasta los suburbios donde buscaron otra farmacia. Le preguntaron a una chica en la esquina, ¨¿Dónde queda la farmacia?¨ Ella respondió que no había farmacia en los suburbios, solamente en el centro. Al oír esto, Andrés exclamó,¨¡Entonces, no voy a afeitarme! ¿Te gustan las barbas?¨