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El ama de casa.

«Cuando una mujer se casa, cambia las atenciones de muchos hombres por las desatenciones de uno.» Desde luego, la señora García no piensa en esta frase exagerada mientras contempla a sus cuatro hijos que están sentados en la cocina y desayunan. Ella está muy orgullosa de su familia, que es ya más numerosa que las familias de sus hermanas. La pequeña tiene tres años y medio, y los otros tienen once, nueve y siete años. Tienen que ir a la escuela.
Entra el señor García y pregunta cómo están todos. Él se levanta casi siempre más tarde que la señora y los chicos.
- Los chicos ya han desayunado. ¿Cuándo desayunas tú?
El señor Garcia quiere desayunar en seguida. Se sienta a la mesa y toma uno de los panecillos que hay en la cesta. Su mujer enciende la cocina de gas y calienta el agua y la leche. El señor Garcia toma siempre café con leche para el desayuno y, como muchos españoles, moja el pan. Después de desayunar, se levanta y abre un momento la ventana. Pero sólo un momento.
- ¡Qué frío! ¡Qué desagradable es este invierno! Cuando pienso que tengo que salir a la calle, ya empiezo a temblar.
- Bueno, tú siempre tienes frío con este tiempo. Es algo que yo no entiendo. ¿Por qué no tomas un coñac? - recomienda la señora.
- Gracias. Ah, qué bien, esto calienta. Bueno, adiós, hasta luego.
Cuando los hijos y el marido han salido, la señora Garcia cierra la puerta y empieza a trabajar. En realidad, para ella el trabajo comienza muy temprano, cuando despierta a sus hijos, y acaba cuando todos ya están en la cama. Tiene que arreglar los tres dormitorios, el comedor, la sala de estar, la cocina y el cuarto de baño, tiene que preparar las comidas, lavar, planchar etc. Desde luego, tiene muchos aparatos electrodomésticos, desde la lavadora y el aspirador hasta la batidora. Pero a pesar de ello queda trabajo, más que suficiente.