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522 Words / 1 Recordings / 0 Comments

TERRIBLES BESTIAS ALADAS
Al continuar nuestra marcha, escuchamos unos fuertes chillidos y decidimos escondernos entre la espesa vegetación.
Lord Roxton, tomando su rifle, salió a explorar el lugar.
Quería saber cuál era el origen de aquellos chillidos.
Después de unos minutos, regresó y nos pidió que lo siguiéramos en silencio y con mucho cuidado.
Pronto llegamos al borde de un enorme pantano.
Con gran asombro, vimos a cientos de dinosaurios con grandes alas anidando en medio del pantano.
-¡Son pterodáctilos! –exclamó el profesor Challenger, rompiendo nuestro silencio.
Eso bastó para llamar la atención de los monstruos alados, los cuales se dieron cuenta de nuestra presencia.
Casi inmediatamente, los más grandes alzaron vuelo y volaron hacia nosotros, dispuestos a atacarnos.
Por suerte, logramos escondernos entre la tupida vegetación.
Aquellos dinosaurios eran demasiado grandes para volar entre los enormes árboles del bosque.
Sólo así logramos salvarnos.
Una hora después, cuando todo volvió a la normalidad, salimos de nuestro escondite y regresamos a nuestro campamento.

EL ESLABÓN PERDIDO
Durante los siguientes días, continuamos explorando la meseta y vimos numerosas especies prehistóricas, completamente desconocidas para la ciencia.
Una mañana decidí dibujar un mapa y subí a un enorme árbol para tener una vista panorámica del lugar.
Para mi sorpresa, durante mi ascenso, vi un extraño simio con rasgos semihumanos sentado en una de las ramas más altas.
Cuando lo vi casi me caigo del árbol.
¡Qué susto me dio! Pero yo no fui el único que se asustó, porque cuando aquella criatura me vio, soltó un fuerte grito y, dando un salto, desapareció de mi vista.
Al escuchar el grito, todos se sorprendieron y Lord Roxton, mirando hacia arriba, me preguntó: -¿Todo bien allá arriba? -¿No vieron eso? –les pregunte sin salir de mi asombro.
-¿Que viste? –me preguntó el profesor Challenger.
-Vi una especie de mono, era horrible, ¡parecía un ser humano! El profesor Challenger me pidió que bajara del árbol.
Pero yo quería hacer el mapa para incluirlo en mi reportaje, así que seguí subiendo.
Quedé maravillado cuando llegué a la copa del árbol y obtuve una visión general de la meseta.
Saqué mi cuaderno de todas de mi bolsillo y dibujé el mapa.
Cuando bajé del árbol, les conté a todos sobre la extraña criatura que había visto en el árbol.
-¿Cómo era? -preguntó el profesor Challenger con curiosidad.
-Era como un gorila, aunque diferente.
¡Su rostro parecía humano! -¿Será el eslabón perdido? –preguntó el profesor Challenger.
-¿El eslabón perdido? –repetí sin saber a qué se refería.
-Sí, el eslabón entre el simio y el hombre.
Me refiero a la extinta especie de la cual evolucionamos todos los seres humanos… ¡Si es así, sería el descubrimiento más grande de todos los tiempos! Aquella noche no pude dormir pensando en todo lo sucedido.
No sólo habíamos encontrado animales prehistóricos y todo tipo de plantas desconocidas, sino quizás también al antepasado de la especie humana.
Saqué mi cuaderno de notas y anoté todo lo que pude.
Pasé varias horas bajo la luz de una lámpara, escribiendo los detalles de nuestra expedición y sobre todo lo que habíamos visto en aquel maravilloso y misterioso MUNDO PERDIDO.

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