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409 Words / 1 Recordings / 0 Comments

EN LAS PROFUNDIDADES del Amazonas venezolano, nuestra expedición estaba a solo un paso de explorar un mundo totalmente desconocido.
En nuestro grupo íbamos los profesores Challenger y Summerlee, el aventurero Lord John Roxton y yo, Ed Malone, reportero del Daily Gazette y también el más joven del grupo.
Llevábamos muchos días viajando.
Finalmente habíamos alcanzado nuestra meta: la cima de la meseta más alta de aquella parte de la jungla amazónica.
Según el diario del descubridor del lugar, el difunto profesor Maple White, sobre aquel coloso de roca vivían gigantescos dinosaurios junto con otras especies prehistóricas.
¡Y nosotros estábamos ahí para comprobarlo! -¡Cielos! ¡Finalmente llegamos! – exclamó el profesor Challenger con satisfacción-.
Pronto caerá la noche.
Será mejor que descansemos y continuemos nuestro viaje mañana.
Todos estuvimos de acuerdo y de inmediato comenzamos a montar nuestro campamento.
Aunque habíamos superado muchas dificultades, sabíamos que nuestra aventura apenas comenzaba.
Ahora más que nunca, debíamos tener cuidado.
No sabíamos lo que nos esperaba en aquellas tierras misteriosas.
Por sugerencia del profesor Summerlee, la llamamos la meseta de Maple White, en honor a su descubridor.
Sin su diario, jamás hubiéramos sabido de aquel sorprendente lugar.

HUELLAS DEL PASADO
El día siguiente, tomando todas las precauciones posibles, exploramos la cima de la gigantesca meseta.
Había un bosque con extrañas especies de árboles y al recorrerlo, vimos unas enormes huellas en el suelo.
-¡Parecen huellas de aves gigantescas! –exclamó Lord Roxton al verlas.
-¡No puede ser! ¡Son demasiado grandes! –dijo el profesor Summerlee.
-¿Entonces qué son? –pregunté intrigado.
-¡Son huellas de dinosaurio! -dijo el profesor Challenger examinándolas de cerca-.
¡Son iguales a las que están en el Museo de Ciencias! -Parecen muy frescas –dijo el profesor Summerlee-.
Es posible que el animal que las dejó esté cerca.
-¡Entonces sigamos las huellas y averigüémoslo! –propuso el profesor Challenger con sumo entusiasmo.

UN IMPRESIONANTE HALLAZGO
Después de recorrer el bosque, siguiendo las huellas, quedamos boquiabiertos con lo que hallamos: En medio de un claro, había un grupo de cinco dinosaurios, pastando tranquilamente.
Nos escondimos detrás de unos arbustos y observamos con emoción a los gigantescos animales.
La escena era impresionante.
-¡Esto es increíble! -dijo en voz baja el profesor Challenger-.
¡Nadie nos creerá cuando regresemos a Inglaterra! -¿Qué tipo de animales son? – pregunté sin salir de mi asombro.
-Son iguanodontes –respondió-.
Pero no se preocupen, son vegetarianos.
Los dinosaurios pronto se marcharon y seguimos explorando el bosque, sin sospechar lo que nos preparaba el destino.

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