VIENTOS DE GUERRA
Cuando finalmente decidieron regresar a Venecia, un rey de un país vecino le declaró la guerra a Berca Caan.
No podían regresaran a casa.
El ejército enemigo tenía el control de los principales caminos al Oeste.
Si emprendían su viaje de regreso, corrían el riesgo de caer en manos de los enemigos de Berca Caan.
No hay forma de cruzar el camino de regreso a Constantinopla dijo Nicolás con preocupación.
¿Qué vamos a hacer? pregunto Mateo, muy preocupado.
Los enemigos de Berca Caan cada día ganan más terreno.
Los rumores dicen que pronto intentará invadir la ciudad.
¡Tenemos que irnos antes de que sea demasiado tarde! ¡Entonces sigamos viajando hacia el Este! dijo Nicolás, lo cual le pareció bien a su hermano Esa misma noche, la caravana de los hermanos Polo emprendió su camino bajo las estrellas.
Y así, se dirigieron aún más hacia el Este.
Después de cruzar el desierto de los Tártaros, los viajeros finalmente llegaron a una admirable ciudad del reino de Persia.
Se llamaba Bojaria.
Ahí vivieron como comerciantes durante los siguientes tres años, multiplicando aún más su cuantiosa fortuna.
LOS EMISARIOS DEL GRAN KHAN
Un día llegaron a la ciudad de Bojaria unos embajadores de la corte de Kublai Khan, rey de los tártaros y de muchas otras naciones.
Los embajadores se sorprendieron mucho al ver a los hermanos Polo.
¡Era la primera vez que veían a un europeo! Atraídos por la curiosidad, les hicieron todo tipo de preguntas y quedaron maravillados con sus respuestas.
El Gran Khan nunca ha visto a personas como ustedes les informó uno de los embajadores.
Seguramente va a querer conocerlos Si vienen con nosotros, nuestro rey quedará muy complacido.
Serán bien recibidos.
El Gran Khan siempre ha querido conocer a los europeos… Y así fue cómo los hermanos Polo abandonaron la ciudad de Bojaria.
En compañía de los embajadores tártaros, realizaron el largo viaje que los llevó a la corte del Gran Khan.
EN LA CORTE DEL GRAN KHAN
Después de un año de camino, finalmente llegaron a su destino: la milenaria ciudad de Catay.
Los hermanos Polo quedaron muy impactados con todas las maravillas que vieron en aquel remoto lugar.
Apenas llegaron, fueron llevados al grandioso palacio del Gran Khan, quien los recibió personalmente y les brindó con grandes honores.
Cuando entraron al palacio, todos los cortesanos rodearon a los recién llegados con evidente curiosidad.
¡Ninguno de los presentes había visto antes a un europeo! El Gran Khan quedó muy complacido cuando pudo verlos cara a cara.
Los recibió con grandes honores y les hizo todo tipo de preguntas acerca de Europa, su gente, sus costumbres, su religión y sus formas de gobierno.
Mostró mucho interés en todo lo que los hermanos Polo le decían, especialmente cuando le hablaron sobre los milagros de Jesús y el poder del Papa en toda Europa.
El Gran Khan quedó tan satisfecho con las respuestas de los extranjeros que ese mismo día les dio una gran recompensa en joyas y oro.
Después de varios días de fiestas y banquetes, el Gran Khan se reunió en privado con los hermanos Polo y les entregó un pergamino: Queridos amigos, quiero que regresen a Europa y le lleven este mensaje de paz al Papa.
Cuente con nosotros, Su Majestad contesto Nicolás Polo, muy halagado.
Con mucho gusto se lo llevaremos, mi señor agregó Mateo.
Hay algo más agregó el Gran Khan.
También quiero que después regresen y me traigan un poco del aceite de la lámpara que hay en el Santo Sepulcro de Jesucristo, en Jerusalén.
Así será, mi señor asintió Nicolás.
Después de entregarles unos pasaportes especiales con los que recibirían ayuda durante el viaje, el Gran Khan se despidió de los extranjeros con entusiasmo.
La mañana siguiente, escoltados por un grupo de hombres armados, los hermanos Polo iniciaron su viaje de regreso a Europa cargados de fabulosas riquezas.
¡Muchas gracias!