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LOS HERMANOS POLO, Nicolás y Mateo eran dos comerciantes de Venecia que soñaban con vender sus productos en Constantinopla.
Un día, a comienzos del año 1250, decidieron convertir su sueño en realidad y comenzaron su viaje cargados de productos, con la esperanza de hacer una gran fortuna.
¡Finalmente iremos a Constantinopla! exclamó contento Nicolás Polo.
¡Gracias a Dios! Sólo espero que nos vaya bien dijo su hermano Mateo.
¡Por supuesto que nos irá muy bien! En Constantinopla venderemos nuestra mercancía y conseguiremos piedras preciosas.
¡Ganaremos una fortuna! Y así fue.
Varios meses después, cuando la caravana de los hermanos Polo llegó a Constantinopla, vendieron todos los productos que llevaron de Venecia y compraron un cargamento de piedras preciosas.
¡Somos ricos! dijo Nicolás muy contento con la fortuna que habían ganado.
¡Viviremos como reyes! exclamó su hermano.
¿Sabes, Mateo? Escuché decir que si seguimos viajando hacia el Este, conseguiremos otros reinos que son aún más ricos que Constantinopla.
¿Más ricos que Constantinopla? Sí, me gustaría visitarlos antes de regresar a Venecia.
¿Qué te parece, hermano? Nos tomará unos meses más pero seguramente multiplicaremos nuestra fortuna… ¡Entonces vamos! exclamó Mateo, entusiasmado por las palabras de su hermano.
¿Qué estamos esperando?
EL MISTERIOSO ORIENTE
El día siguiente, la caravana de los hermanos Polo salió de la ciudad de Constantinopla y continuó su viaje rumbo al Este.
Varias semanas después, llegaron a la esplendorosa ciudad de Soldadía.
Ahí se quedaron durante varias semanas, durante las cuales oyeron hablar de otra ciudad, aún más rica y poderosa, llamada Bogara.
No estaba muy lejos, así que decidieron visitarla antes de regresar a Venecia.
Cuando llegaron a Bogara, su rey Berca Caan, los recibió con grandes honores y mandó a preparar un gran banquete.
Mi rey le dijo Nicolás Polo durante el banquete, queremos darle un humilde presente para retribuir tanta gentileza.
En ese momento uno de los sirvientes de los hermanos Polo colocó un pequeño cofre de oro sobre la mesa.
Son las mejores joyas de Constantinopla dijo Mateo abriendo el cofre.
Su interior estaba repleto de relucientes gemas y piedras preciosas.
Sin decir una palabra, el rey examinó de cerca el contenido del cofre.
Todos hicieron silencio.
Después de varios segundos, la voz de Berca Caan sonó clara y potente: ¡Que regalo tan maravilloso! exclamó con una gran sonrisa.
Pues, ¡yo también les tengo unos presentes! El rey aplaudió tres veces.
Cuatro esclavos se acercaron a la mesa.
Cada uno traía un cofre.
Cuando los esclavos abrieron los cofres, los hermanos Polo quedaron sorprendidos.
Los presentes del monarca eran muchas veces más valiosos que las joyas de Constantinopla que ellos le habían dado.
¡Desde hoy serán mis huéspedes! anunció el rey con mucha alegría ¡Bienvenidos a Bogara! Los hermanos Polo estaban tan felices que permanecieron en el reino de Berca Caan durante un año.