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En Madrileños por el mundo hemos visitado una ciudad ubicada en el sur de la provincia de Cantón, de la República Popular de China: Shenzhen, la metrópolis de casi 14 millones de habitantes que en menos de cuarenta años pasó de ser una aldea de pescadores a convertirse en el “Silicon Valley” de Asia.
El nombre de la ciudad se remonta al nombre que se le daba a los arrozales, ya que significa “zanjas profundas”. Si bien la agricultura se sigue practicando en las afueras, Shenzhen es, fundamentalmente, un nodo tecnológico, que desde que fue designada como “zona económica especial” en 1978 se ha convertido en un polo de atracción de inversiones extranjeras.
Aquí se fabrican la mayor parte de los componentes electrónicos del mundo y alrededor de la mitad de todos los smartphones del planeta. Esta intensa actividad atrae constantemente a migrantes rurales, gracias a la oferta de trabajos que en los últimos años han comenzado a ser mejor pagados.
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