El mito del gaucho de la pampa argentina o uruguaya continúa todavía hoy. El gaucho es el símbolo del hombre libre, de el que se burla las normas o convenciones sociales. El gaucho apareció en el siglo XVIII por las necesidades de la explotación de la ganadería. Hacía falta un peonaje diestro en el manejo del lazo y las boleadoras.
En su origen los gauchos eran hijos de indias y españoles. Con su poncho, sus bombachas, su ancho cinturón adornado de monedas de plata, su facón (cuchillo) y su lazo y boleadoras, ellos eran los guardianes del ganado. Y eran ellos los que reinaban sobre las vastas extensiones de la Pampa. Trabajaban a sueldo en las estancias. No conocían ni leyes ni frontera. Tenían un espíritu independiente y un carácter revolucionario. El primer gran dictador argentino, Manuel de Rosas, era gaucho.
Al igual que ocurrió en Estados Unidos con los cowboys o vaqueros del oeste, los auténticos gauchos han desaparecido. Ya sólo quedan unos peones que guardan rebaños sueltos. Pero el mito del verdadero gaucho no ha desaparecido.