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LA EDUCACIÓN Y EL TRABAJO EN AMÉRICA LATINA
El crecimiento de la inversión pública
en los últimos años demuestra el interés
cada vez mayor de los gobiernos latino-
americanos en educar a su población joven y
eliminar el analfabetismo. En 1970, por
ejemplo, Costa Rica y Chile dedicaron,
respectivamente, el 5, 6% y el 5,7% de su
PNB (Producto Nacional Bruto) a la educación,
solamente un poco menos que los Estados Unidos (6,4%).
La mayoría de los jóvenes latino-
americanos de 15 a 24 años de edad se
encuentran en un período de transición
de la educación al trabajo: a lo más
un 25% del grupo de las edades mencionadas
sigue inscrito en el sistema educacional.
Para un joven universitario, la transición
hacia el trabajo se hace entre los 22 y los
25 años, mientras que para el joven
campesino dicha transición suele
efectuarse a partir de los 12 años;
estos jóvenes emigran hacia las zonas
urbanas buscando oportunidadas de
trabajo. Son empleados en labores que
no requieren aptitudes especiales,
muchas de las cuales han sido rechazadas
por los residentes) urbanos. Las muchachas
de las zonas rurales se emplean con cierta
facilidad, especialmente como domésticas
en casas particulares.
Los jóvenes universitarios reciben una
educación con énfasis en las carreras
profesionales en las que predominan
los estudios humanísticos sobre los
científicos y técnicos. Es por eso que
muchos carecen de formación técnica;
tampoco reciben preparación para empleos
manuales.
La necesidad de programas de formación
técnica y vocacional estimuló su
creación a partir del 60. Éstos se han
realizado a través de instituciones
especializadas, paralelas al sistema
oficial de educación, pero no integradas
a él. Este logro ha sido considerable,
y aunque es insuficiente, está ganando ímpetu.
Existe una relación entre los
ingresos y la educacion, ya que el canal
más efectivo de movilidad ascendente
se percibe a través de la educación.
Pero muchos jóvenes interrumpen su estudios.
La interrupción que podría parecer
voluntaria y hasta caprichosa, parece ser
la respuesta a numerosos factores
sistémicos e individuales. Entre los
primeros cabe mencionar que la educación
resulta frecuentemente inadecuada al
mercado de empleo, y que el sistema es
incapaz de absorber a toda la población
disponible; y entre los segundos, las
dificultades económicas que obligan al
joven a emplearse temprano, la falta de
motivación y la carencia de información
sobre la oferta educacional y su
relación con el mercado de trabajo.
Argentina, Costa Rica, Chile y Uruguay,
que han alcanzado un nivel promedio de
alfabetización del 90%, sólo han logrado
retener en las escuelas al 50% de los
alumnos. Conviene observar que la
mayoría de los jóvenes que terminan los
grados medios y superiores de la
educación encuentran ciertas dificultades
en ingresar a un trabajo que corresponda
a la preparación alcanzada y a las
aspiraciones generadas.
Son, de todos modos, los jóvenes de
hogares de ingreso mediano y alto los
que llenan la mayoría de los cargos
administrativos, técnicos y profesionales.
Es evidente que se necesita
otorgar atención especial a una juventud
cada vez más numerosa y participante;
es por eso que se han estado creando
organizaciones nacionales, públicas, y
privadas, que han contribuido a promover
el conocimiento mutuo y la comunicación
entre jóvenes de diversos sectores
socioeconómicos. El número de jóvenes que
participan activamente en estas organizaciones
está creciendo significativamente.
De esta manera los muchachos participan en
las decisiones nacionales, especialmente
en aquellas que los afectan más directamente,
como la educación, el ingreso al
mercado de trabajo, la participación política
y ciertos aspectos legales que
definen sus derechos.
