- Un poco despacio, por favor
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En sus discursos suele decir que no es de derecha ni izquierda. Sin embargo, esa definición parece vincularlo a los movimientos antisistema que han sido muy criticados en Colombia. ¿Cómo le explica al electorado cuál es su tendencia política?
Soy un político del siglo XXI que empezó tarde en esto; además estudié un doctorado en lógica matemática en la Universidad de Wisconsin, entonces mi forma de entender la política es diferente y no estoy atrapado en esas casillas cerradas. Valoro la capacidad de tener unos principios, de articularnos con otros, convocar para trabajar y romper todas esas estructuras rígidas del pensamiento. Estamos por encima de izquierda o derecha, no cabemos en esas categorías y esa es la política que he hecho, cívica e independiente, y hasta ahora nos ha ido muy bien.
Ciertamente, las últimas encuestas lo ubican en los primeros lugares de la intención de voto. Sin embargo, los sondeos de opinión han tenido grandes márgenes de error en elecciones recientes. ¿Confía en esas mediciones o simplemente las ve como parte de la presión de la campaña?
Pues estamos conectando con la ciudadanía y eso es bueno, pero no me centro en las encuestas. Luego de la negociación del Acuerdo de Paz y el plebiscito terminamos con un país fracturado; después llegó el escándalo de la corrupción de Odebrecht y esa fue la gota que llenó la taza porque causó un gran malestar en el país. Hay personas que juegan a la polarización y quieren convertir todo ese odio, miedo y rabia en deseos de venganza y agresión, siempre que eso pasa aparece una nueva forma de la violencia. Pero ante eso, nosotros decimos que llegó el tiempo de cambiar porque ahora se pueden tomar decisiones que van a marcar nuestro futuro por un largo tiempo.
En esta campaña se han visto diversas agresiones e incluso el asesinato de dos militantes de la Farc. ¿Cómo ve la decisión que tomó ese partido de suspender su campaña electoral por los ataques que recibieron?
Ellos no son un factor político en el sentido de tener votos, pero sin duda hay un malestar muy grande contra las Farc y es natural porque durante muchos años significaron violencia y destrucción para mucha gente. Aunque ese es un sentimiento legítimo, la desaprobación debe expresarse desde la política, no se trata de agredirlos o pegarles porque eso no tiene ningún sentido. En Colombia tenemos que aprender a ser diferentes sin ser enemigos, esa es la esencia de todo este proceso y es lo que todavía nos hace falta.
Muchas gracias!