MI MECANÓGRAFA FAVORITA
En todas las oficinas encontramos casi
siempre un empleado que es completamente
diferente al resto de sus compañeros de
trabajo. Lo que voy a describir
a continuación es una situación que Ud., amigo
lector, seguramente puede observar en una
empresa privada o en una oficina pública.
Nuestra protagonista es doña Dorotea
Clavijo Montealegre, mujer de unos 45 años,
solterona, y sin grandes posibilidades
de cambiar su estado civil.
Pasemos a la oficina, y escuchemos a
uno de los jefes, don Ernesto, que dice en
voz alta:
• ¡Caramba! Ya es hora de empezar.
Mi reloj está atrasado ....
Charito, una bonita pelirroja que
trabaja en los archivos, le pregunta algo
perpleja:
• ¿Cómo sabe que es hora de empezar si
su reloj está atrasado?
Don Ernesto senala hacia donde está
doña Dorotea, y le responde:
-¡Hija mía, en esta oficina, la máquina
de escribir de Dorotea es la señal para
comenzar! ¡Tic, Tic, Blin!
Como dije anteriormente, o no sé si
lo dije o no; pero no importa, voy a
decirlo ahora, por si no lo dije antes, o
si alguien no entendió bien; todo el mundo
en esta oficina cree que doña Dorotea tiene
que resolver todos los problemas. Así
pues, oímos una voz que sale por el
intercomunicador:
• Doña Dorotea, ¿dónde está el informe
mensual que me iba a enviar?
Dorotea, sin dejar de escribir, le
contesta que ya falta poco para terminarlo.
Charito, que además de trabajar en los
archivos, está a cargo de sacar copias de
los documentos importantes, se acerca al
escritorio de doña Dorotea para informarle
que la máquina copiadora no funciona.
Dorotea, sin mirarla, le responde:
• ¡No te apures, Charito, voy a
arreglarla ahorita!
Don Ernesto vuelve a aparecer, muy
disgustado y con unos papeles en la mano,
y se dirige a nuestra amiga:
• ¡Dorotea! Alguien metió la pata
cuando preparó estas cuentas. Hay que
hacerlas otra vez.
Nuestra querida mecanógrafa, sin parar
de escribir, le contesta muy dulcemente:
• Déjelas ahí; yo se las vuelvo a hacer
en un ratito.
Así pasan las horas. Cerca del lugar
donde están los archivos, Panchita, otra
de las secretarias, habla con Charito,
y éste es su comentario sobre Dorotea:
• Esta mujer es como una máquina bien
lubricada; nunca deja de trabajar.
De pronto, alguien vestido de uniforme
entra a la oficina, y grita