Los chicos esquiaron todo el día y se cansaron.
La maestra borró la pizarra y luego el estudiante calculó la respuesta correcta y la escribió.
El viejo madrugó esa mañana y se vistió con prisa porque quiso desayunar en el restaurante nuevo de panqueques antes de la llegada de la multitud.
La gente aplaudió y se rió cuando el mago apareció de nuevo con un conejo encima de su cabeza.